lunes, 7 de marzo de 2016

La Generación Decapitada


En el transcurso del siglo XX en Ecuador surge un movimiento literario que siguiendo los pasos de la literatura europea del siglo XIX. Este movimiento se llamó “La Generación Decapitada”. Los 4 escritores mas reconocidos como: Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa y Caamaño, Arturo Borja y Humberto Fierro.

Lo curioso de este nombre, es el trágico desenlace de la historia de estos 4 escritores, todos se suicidan a muy temprana edad, siendo el mas joven de estos Silva cuando solo tenia 21 años, y Noboa a los 38.

A continuación les daré una breve reseña biográfica de cada uno de estos personajes, que si bien es cierto bastantes trágicos, es necesario conocer de los principales exponentes de la literatura ecuatoriana.

Medardo Ángel Silva: Nace en Guayaquil un 8 de junio de 1898 sus estudios fueron interrumpidos del colegio Vicente Rocafuerte por problemas económicos, por lo cual entra a trabajar en una imprenta, ya para sus 17 años sus poemas eran reconocidos no solo en los mejores diarios de nacionales, sino también en algunas revistas literarias de gran prestigio.

Sus poemas eran reconocidos por la melancolía marcada en cada una de sus líneas, en 1918 presenta su único libro de poesías “El árbol del bien y el mal”. Y un año después el poeta, compositor, y músico se suicida en frente de su enamorada por un amor no correspondido, dando final a su vida.

Ernesto Noboa y Caamaño: nace en Guayaquil en el año de 1891 desde pequeño sufrió una grave enfermedad psiquiátrica, neurosis, que mantenía sus nervios fuera de control y debía ser controlada con morfina. Sin embargo sus largos viajes por Europa, le mostraron un nuevo mundo literario, bajo la mirada de Charles Baudelaire Noboa y Caamaño da inicio a su vida literaria.

Ya para 1922 sus libros como “Romanza de las Horas”, “Emoción Vesperal” eran ya reconocidos no solo por su contenido, sino también por la perfección y delicadeza que expresaba al escribirlos. Finalmente se suicida en el año de 1927.

Arturo Borja: quiteño, nace en el año de 1892 inspirado por la literatura europea en su adolescencia escribe sus primeros poemas, llenos de melancolía y deseos de muerte, Borja llega a ser conocido, a pesar de que no contiene numerosas obras.

“Las Flores del Mal” y “La Flauta de Ónix” fueron sus obras mas reconocidas, hasta que finalmente en el año de 1912 con su obra "los paraísos artificiales que para el eran un oasis" da fin no solo a sus obras sino también con su vida.

Humberto Fierro: nace en Quito en 1890 hijo de una familia aristócrata Humberto Fierro conoce su amor literario a partir de los libros que solía leer en sus tiempos libres. Un dato curioso de este poeta es que el da a conocer por pedido de su colega y también amigo Arturo Borja.

Asi el pasa a ser parte de esta “generación decapitada”, aunque la mayoría de sus obras fueron conocidas después de su muerte, su principal logro fue: “El laúd del valle”. En 1929 se suicida y 10 años después se publica “Velada palatina”.

Pues bien esto son los principales exponentes de nuestra literatura es necesario conocer de ellos, ya que fueron los iniciadores del modernismo, movimiento que consiste en la rebeldía creativa.

Ellos aparte de ser colegas, fueron amigos inclusive se dedicaron poemas entre sí, dando a conocer su melancolía tan característica de este movimiento.

La Generación Decapitada 



El alma en los labios - Medardo Ángel Silva

Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro tu pecho amante contemple ya extinguida,
ya que solo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes, me arrancaré la vida.

Porque mi pensamiento, lleno de este cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo.
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme, soñando en tu acento de arrullo.

Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca.

Vivo de tu palabra y eternamente espero
llamarte mía como quien espera un tesoro.
lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.

Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda
¡dejar mi palpitante corazón que te adora!

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